"Afilaba su identidad en la esquina de aquel homicidio.
Nunca supe si sus labios le pertenecieron alguna vez.
El carmín de sus besos contagiaba las bocas de media ciudad.
Yo también quise ser boca de su boca. Beso de aquel labio
que contaminaba el alma de los intelectos más brillantes.
Todos los poetas se habían columpiado en sus cosquillas.
Practicantes de una misma voluntad, su piel.
Permanecía intacta, a pesar incluso de los asaltos.
El carmín -borrado- de su sonrisa, sin embargo, delataba las carencias.
Fue un nocaut emocional lo que desató la tragedia.
La renuncia al combate.
Un gancho suicida que mató de un golpe su dignidad.
Mientras afilaba su identidad.
En la esquina de aquel homicidio".
No hay comentarios:
Publicar un comentario