INSTANTES



El tiempo es la magnitud física que mide la duración o separación de acontecimientos sujetos a cambio respecto a un observador.

Además, es la magnitud que permite ordenar los sucesos en secuencias, estableciendo un pasado, un presente y un futuro, como ocurre en la secuencia fotográfica que presento.
Por otro lado tenemos el concepto de eternidad, asociado de forma indisoluble al del tiempo, y que se refiere, unas veces a una duración
infinita, sin límites , de un suceso y otras designa una existencia sin tiempo o fuera del mismo.

En el caso de mi obra, podríamos hablar de una coexistencia entre ambos.

En primer lugar, la búsqueda de eternizar un momento para disfrutarlo tantas veces como deseemos en la elasticidad del tiempo.

En segundo lugar, el empleo de la fotografía como herramienta para crear una brecha temporal y adueñarnos del momento fotografiado para hacerlo “eterno” desde el punto de vista atemporal. El pasado se vuelve presente y al mismo tiempo futuro. El instante congelado (pasivo) y muerto, se vuelve activo y vivo.

Busco ó mejor dicho, encuentro escenas cotidianas, invisibles a los ojos de la mayoría, las rescato de su olvido y se las muestro al mundo elevándolas a la categoría de OBRA DE ARTE. Ya no existen ojos capaces de palpar sentimientos y es ahí donde yo indago, dónde yo me muevo. En la sensibilidad de lo aparentemente inexistente pero que sin embargo yace bajo el letargo de lo real.

Al final, las personas somos eso, sentimientos encofrados en paredes de piel, pero a veces, esa piel parece volverse de cemento, los poros se cierran al exterior y nos olvidamos de nuestra propia esencia.

Pero yo me opongo a eso, a dejar desvanecerse todos esos instantes mágicos que hacen que la vida valga la pena, puesto que para mí la vida es una sucesión de momentos, de instantes perecederos concatenados, que se suceden a velocidad vertiginosa, tanto es así que es necesario pararse de vez en cuando, para ser conscientes de que estamos vivos.

“Materializar una ausencia”

Me interesa además el concepto de la ausencia de lo que ya no está pero sin embargo fue, y la instalación me permite “materializar esa ausencia” y volverla real a partir de un recuerdo.

De esta forma, sirviéndome de las instantáneas y de una serie de objetos, reconstruyo un pasado para volverlo presente. Revivo un momento que ya murió para mí y para el mundo; y a través de mi vivencia, se lo regalo al espectador para que disfrute de él de forma activa.

Es algo que me planteo a menudo, la simultaneidad espacio-temporal. La multiplicidad del instante puesto que en ese mismo momento están pasando millones de cosas a la vez en todo el mundo. Cosas que son únicas para cada individuo y por tanto nunca nadie conocerá jamás excepto de esta forma.

La fotografía te permite observar a través de los ojos del fotógrafo, yo intento contar una historia, a través de imágenes y palabras, de elementos que pertenecen al instante retratado para que el espectador se sienta partícipe de la misma, del mismo modo que yo lo hice en su momento. Es como plantarlo en mi instante, en mi momento y dejarlo vivir en ese instante de mi vida pero en otro espacio y lugar.

Los objetos y la música evocan la ausencia, ese desalojo espacial y sentimental de lo que ya no está, haciendo referencia al instante pasado, al transcurrir inevitable del tiempo.

Los objetos quedan, las personas se van.

Y para terminar, la obra es una alegoría al amor eterno, esa utopía fundamentada en ese sentimiento que una vez prendido, ya nunca se apaga.

LEIRE OLKOTZ´09

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