CORNISA TÁNTRICA

"Hablaba
desde el acantilado
al que se asoman
cada despertar
sus ojos.

Desde esa cornisa
tántrica
que supone
asomarse diariamente
a la profundidad
del mundo
y la vertiginosidad
del tiempo.
Sus palabras
de textura
oxidada,
destilaban
el subconsciente
de la moralidad.

Debía tener
el corazón
hecho añicos
porque su piel
yacía congelada
en la verticalidad
de la vida.

De la vida,
como extensión
anacrónica
de la muerte"

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