Amputar el corazón



"Nos dimos cuenta tarde,
demasiado,
de que el amor iba en serio.
Para entonces,
los grilletes
habían cicatrizado
en nuestra piel.
Yacían inertes
bajo esa cáscara
que recubre el cuerpo,
pero que da acceso directo
a la concavidad
donde se almacenan
las verdaderas sensibilidades.
A veces,
las cicatrices gritan
sin necesidad
de sangre.
Y el dolor se vuelve
tan puntiagudo
que sólo
queda
amputar
el corazón"

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