Cerré los ojos y söñé.
Söñé con un mundo lïbrë en el que cada noche, al dormir, las älmäs se desprendían de los cuerpos para adueñarse del mundo y realizar sus süeñös.
La razón reinaba de día junto al sol. La päsión de nöchë junto a la LÜNÄ.
Un mundo sin prohibiciones, lleno de dësëos, süeñös y pasiönes.
Un mundo racional de día y pasional de noche.
Una vïdä que se asemeja más a la realidad que nos gustaría vivir, que a un simple süeñö de niña.
2 comentarios:
Cuando era pequeña soñaba con volar como Superman o conocer a seres fantásticos venidos de otras galaxias a los que llevar en la cesta de mi bici.
Después, quise ser Cazafantasmas o profesora de Arqueología que en sus ratos de ocio iría En busca del arca perdida.
Con el tiempo, preferí convertirme en una Mujer al borde de un ataque de nervios y, quizás algún día, conocer a alguien interesante Antes del amanecer.
Ahora, sueño con descubrir El país de nunca jamás, poder volar despierta y no dormir más.
Yo siempre soñé con poder volar. Con convertirme en una heroina de esas que salvan el mundo mil veces al día.
De esas que saltan de tejado en tejado, y vuelan de ciudad en ciudad.
Siempre soñé que volar sería un regalo del futuro y sigo soñando con que alguna vez lo será.
Pero a pesar de todo
vuelo cada día
de mil formas
y maneras distintas,
sin alas
y sin despegar los pies del suelo, vuelo tan alto
que casi puedo
tocar las estrellas
con la punta de mis dedos.
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